Habían prometido amarse y respetarse mutuamente, pero entre ellos había otra promesa que ninguno de los dos había pronunciado. Jenna Butler le había salvado la vida a Gage Dalton, por lo que él estaba obligado a devolverle el favor. Y sólo el matrimonio le daría a Jenna la custodia del bebé de su hermana.
Así pues, Jenna se mudó al rancho de Gage… pero no a su cama. Había llegado virgen al matrimonio y, aunque se decía una y otra vez a sí misma que no esperaba nada, lo cierto era que sí tenía ciertas esperanzas. Su esposo la respetaba, pero parecía necesitar la ternura que sólo una esposa podía darle…
Aunque el doctor Travis Westcott nunca se enamoraría de ninguna mujer, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para poder adoptar a aquellos gemelos. Incluyendo permitir la visita de la experta en medicina de la tribu que les enseñaría a los pequeños todo lo que debían saber sobre sus antepasados. Pero Travis no había previsto que la seductora Diana Chapman fuera a despertar sus más primitivas pasiones… y el deseo irrefrenable de besarla.
Parecía que al empedernido soltero ya no le resultaba tan fácil escapar del matrimonio. El deseo que veía reflejado en los ojos de Diana le encogía el corazón y lo tentaba a saciarlo…
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